MI COMPAÑERA – OSVALDO PUGLIESE – LUIS «EL NEGRO» MELA

Mi padre fue hijo de inmigrante africano llegado a la Argentina como polizón en un barco de carga, había escapado de la isla de Barbados donde vivía en la esclavitud.

El apellido originario era Miller, pero al llegar a Buenos Aires pronunció mal o no se dio a entender bien y le pusieron Mela. Su mamá (mi abuela), era uruguaya.

Papá nació en Dock Sud, Partido de Avellaneda en la Provincia de Buenos Aires. De niño se radicó con su madre en Montevideo, ya que mi abuelo había fallecido muy joven, cuando él apenas tenía cinco años.

Fue pupilo en el colegio Don Orione y recién regresó a Buenos Aires, para cumplir con el servicio militar.

Se dedicó al boxeo para mantener a mi abuela. Luego ingresó en la municipalidad porteña, y fue condecorado por el Intendente por devolver una caja que contenía joyas, siendo ascendido a capataz por ese motivo.

Para aquel entonces, le gustaba mucho recitar campero. Se presentó con éxito, en un concurso realizado por La Voz del Aire, emisora que estaba en frente a Radio El Mundo en Maipú al 500 y fue contratado como recitador en el primer conjunto del bailarín y coreógrafo, Santiago Ayala, El Chúcaro.

Con el tiempo se alejó del ambiente de la danza y comenzó a trabajar como presentador y glosador de tango con la orquesta de Alberto Coral, suplantando por un tiempo al que estaba de titular, en el Centro Asturiano Campo Covadonga. Tuvo mucho éxito, pero cuando retornó el presentador oficial, tuvo que retirarse.

Entonces, fue contratado en el famoso Tango Bar de la calle Corrientes, para ser el presentador de las orquestas y artistas de la casa. Así lo hizo con: Julio Sosa, Enzo Valentino y obtuvo un sorprendente suceso con la Orquesta Muzzi (o Mussi, desconocemos de quien se trata), con una glosa que la llamó “La cacerola”, que no era otra cosa que una parodia, una broma, al cantor italiano Nicola Paone, quien se encontraba en la Argentina con gran suceso y tenía en su repertorio una canción que estaba de moda: “La cafetera”, y cerraba haciendo una mención del tango “Rodríguez Peña” que era el caballito de batalla de la Orquesta Muzzi.

Cuando Mario Soto, el autor de “Pasional”, se fue de la orquesta de Osvaldo Pugliese, el director inició la búsqueda de un presentador sin lograrlo. Entonces, Osvaldo Ruggiero le dijo a don Osvaldo que el presentador de la orquesta está en el Tango Bar, y este exclamó: «¡El Negro Mela! ¡Vayan a buscarlo!». El dueño del Tango Bar, le comunicó a mi padre la novedad y le agregó: «Si le va mal, seguirá teniendo el puesto en mi casa».

Su primera presentación fue, en junio de 1953, en el Club Defensores de Santos Lugares, allí le informaron que tenía un mes de prueba. Papá, ¡por suerte!, pasó el mes y permaneció con Pugliese durante veinte años, hasta 1973.

En 1959, viajó en una gira, de casi cinco meses, a Rusia, China, Pakistán, Afganistán, Mongolia, París, Lisboa. Habían partido de Buenos Aires en agosto y volvieron el 30 de diciembre.

Luego fue presentador en el Boliche de Rotundo, propiedad de Francisco Rotundo, en el barrio de Villa Luro, también de Donato Racciatti y en otras casas de tango. Finalmente, se jubiló y fue gestor de trámites de automotores.

Un dato importante. Papá, además de presentador en la orquesta de Pugliese, fue también su representante.

Nota de dirección: Luis Mela fue, además, un buen bailarín de tango –decía ser discípulo del mitológico Negro Pavura-, y como tal, recibió premios en los concursos del Teatro Verdi de La Boca (1937) y del Orfeón Español, de la calle Piedras (1938). Fue, sin duda, una persona muy querida en el ambiente y uno de los íconos de toda una época del tango de Buenos Aires.