Allá por 1942, la de Julio De Caro era una de las orquestas que pisaban fuerte en los cabarets del centro.

Uno de sus músicos estaba atravesando un mal momento dado que su pequeña hija tenía graves problemas de salud.

A la niña se le había introducido un insecto en la oreja, lo que le produjo una infección en la cabeza que hacía temer por su vida.

El maestro De Caro, conociendo esta situación, se dispuso a ayudar a su músico, y le ofreció hablar con su amigo médico, el Dr. Ricardo Finochietto, que era uno de los más prestigiosos médicos argentinos y director del Hospital Rawson en esos momentos, para que que el música y su esposa tuvieran una opinión profesional más.

Julio habló con su amigo, y Finochietto le contestó que quería ver a la niña cuanto antes.

Cuando comprobó la gravedad del cuadro, hizo saber a la familia de la niña que había que operar inmediatamente, ya que era un caso de vida o muerte.

El prestigioso médico no tenía los elementos modernos con los que cuenta hoy la medicina: sulfamidas, antibióticos o la tecnología que garantiza el éxito de la operación. Sin embargo su fama no era en vano.

Estando ya en el quirófano, y debido a la zona tan comprometida, el dr. Finochetto usó su lengua para limpiar toda la infección, y gracias a su ingenio la niña salvó su vida.

Este hecho brillante está registrado en el historial de la medicina argentina como uno de los más impactantes recursos médicos, habiendo trascendido los límites de nuestra patria y siendo reconocido por las academias de medicina de aquella época como un logro de la ciencia médica argentina.

Como agradecimiento, don Julio De Caro le dedicó al prestigioso médico esa joya, producto de su inspiración, que es el tango Buen Amigo, que fue grabado por su cantor Agustin Volpe.

Con los años, este tango fue grabado por la orquesta de su mejor discípulo, el maestro Osvaldo Pugliese, el 26 de marzo de1958, y se convirtió en un éxito.