Su calidad profesional, su interior tanguero y febril, esas manos que se deslizaban sobre el piano, sin dudas, las palabras devuelven la figura de José Basso; Pepe para los amigos. El hombre que caló profundo en las sintonías tangueras que emocionaron hasta las fibras más íntimas de los amantes de nuestra música ciudadana.
Según la voz de aquellos que todo lo saben, es uno de los directores de más garra y raigambre tanguera de los últimos tiempos y que, junto a Osvaldo Pugliese y Alfredo De Angelis, siguió al frente de su orquesta sin parar por más de cincuenta años.
Basso nació en Pergamino, ciudad a 200 km al oeste de la ciudad de Buenos Aires. Su primera aventura musical fue con un cuarteto de pibes. En 1936, con apenas 17 años, ingresa en la orquesta de los hermanos Emilio y José De Caro, reemplazando al pianista Héctor Grané. Al año siguiente, pasó a integrar la agrupación del bandoneonista Francisco Grillo y luego, la de su colega José Tinelli.
Una vez cumplido el servicio militar, en 1938, formó parte del Trío Gallardo-Ayala-Basso, pasando luego a tocar en las orquestas de Antonio Bonavena, Anselmo Aieta y Alberto Soifer. Es interesante hacer un alto aquí.
Cuando era pianista de la orquesta de Alberto Soifer, éste excelente músico dirigía la Orquesta Estable del programa radial Ronda de ases, lo mejor que hubo en su género. La ya mitológica audición se empezó a transmitir en 1942, desde el enorme estudio A de LR1 Radio El Mundo. Pero fue tal la afluencia de público que más de la mitad se quedaba en la calle. Por ese motivo se continuó irradiando desde el Teatro Casino.
Por aquella audición tanguera, semana a semana, desfilaban los más importantes directores de la época: Aníbal Troilo, Osvaldo Fresedo, Carlos Di Sarli, Ricardo Tanturi, Julio De Caro, Edgardo Donato, Ángel D’Agostino y Juan D’Arienzo, entre otros. Además se organizaban concursos de tangos y de orquestas. Soifer, aparte de dirigir su orquesta, para interpretar sus tangos ganadores, hacía los arreglos musicales cuando las cuatro agrupaciones de moda actuaban juntas. En cada audición interpretaban un tema y el gigante conjunto era dirigido por un diferente maestro.
En aquella orquesta de Soifer cantaba Roberto Quiroga. Como hecho curioso, grabó para la RCA-Victor un disco que tenía de un lado “Mi Buenos Aires querido” en tiempo de tango y del otro, el mismo tema en tiempo de vals. Lo mismo con el tango “Alondras”.
El ojo clínico de Aníbal Troilo, no dejó pasar por alto el estilo y la calidad de Pepe Basso cuando lo veía tocar en la formación de Soifer. Andaba en busca de un pianista porque Orlando Goñi (El Pulpo), ya le había comunicado su decisión de formar rancho aparte.
Y fue así nomás; en septiembre de 1943, se incorporó a las filas de Pichuco. La primera grabación del pianista con la orquesta fue la del tango de los hermanos Expósito “Farol”, realizado el 30 de septiembre de ese año.
José Basso permaneció con Troilo hasta 1947, y en ese lapso intervino en 88 registros discográficos, el último de ellos un disco que tenía de un lado “Flor de lino”, cantado por Floreal Ruiz y en el acople, “El milagro”, con la voz de Edmundo Rivero, del 29 de abril de 1947.
Por tenerlo a Troilo como director durante tanto tiempo, por haberse lucido ampliamente en sus solos y con tanta discografía encima, José Basso ya estaba en óptimas condiciones de dirigir su propia agrupación. Para reemplazarlo, Pichuco convocó a otro gran pianista, Carlos Figari.
Para formar su orquesta, Pepe se rodeó de los mejores músicos del momento y cuando la agrupación estuvo a punto la dio a conocer al público. En la fila de bandoneones estaban Julio Ahumada, Eduardo Rovira, Adolfo Francia y Andrés Natale; los violines eran Mauricio Mise, Francisco Oréfice, Rodolfo Fernández y Domingo Serra; el violoncello a cargo de Leopoldo Marafiotti y el contrabajo de Rafael Del Bagno. Más tarde pasaron por su orquesta, elementos de gran valor como el violinista Hugo Baralis, el bandoneonista Juan Carlos Bera y el contrabajista Omar Murtagh.
De más está decir que la expectativa provocada superó todo lo imaginable. Basso debutó matando y haciendo triplete: Radio Belgrano, el café Marzotto de la calle Corrientes el Ocean Dancing, cabaret ubicado en la avenida Leandro N. Alem.
La primera dupla de cantores estuvo formada por Ortega Del Cerro y Ricardo Ruiz. La base del estilo musical de la flamante orquesta fue de característica troileana, pero paulatinamente logró cobrar una fisonomía propia, de incuestionable calidad en arreglos como el ejemplo de “Se han sentado las carretas”, “Guardia Vieja”, “El estagiario” y “Ahí va el dulce”, su caballito de batalla.
Además, fue uno de los directores que mejor interpretó los tangos de avanzada de Astor Piazzolla, haciendo que éstos se pudieran bailar. Son impecables los registros de “Para lucirse”, “Prepárense”, “Triunfal”, “Contratiempo” y “Nonino”.
En aquella época, es bien sabido, no cualquiera accedía a los estudios de grabación. Antes de que los ejecutivos discográficos se decidieran por contratar a determinado artista, éste tenía que haber trajinado mucho y demostrar que realmente contaba con el apoyo del público, potencial comprador de los discos.
Durante dos años de llevar multitudes a los bailes, de presentarse por los micrófonos y de ser figura descollante en la desaparecida confitería Ruca, recién tuvo la oportunidad de grabar. Ello ocurrió a comienzos de 1949 con cuatro registros en RCA-Victor, que no tuvieron finalidad comercial, sino que fueron a modo de prueba. Ya no estaba Ortega Del Cerro quien fue reemplazado por Francisco Fiorentino. Esos temas que no salieron a la venta fueron: “Mi noche triste (Lita)”, cantado por Fiorentino; “Sentimiento gaucho” con Ricardo Ruiz; “Se han sentado las carretas”, instrumental y “Dos que se aman”, por el dúo Fiorentino-Ruiz.
Pepe no tuvo tiempo para desanimarse por la poca suerte en la grabadora, porque a la semana fue llamado por el sello Odeon con el que firmó contrato.
El primer disco que salió a la venta fue “Claveles blancos” cantado por Floreal Ruiz y “El bulín de la calle Ayacucho”, en la voz de Fiorentino, que como todos saben había sido uno de los grandes éxitos del Tano en la orquesta de Troilo. Sus grabaciones ascienden a 257 registros comerciales.
José Basso realizó una gran trayecoria en Radio Belgrano, alternando esta labor con bailes de clubes, presentaciones en confiterías, giras por el interior, actuaciones en la boite Sans Souci, etc. Al poco tiempo de comenzar con las grabaciones, se separaron Fiorentino y Ricardo Ruiz. El primero para cantar con la orquesta de Alberto Mancione y Ruiz, para hacerlo con la de Ángel D’Agostino. Para reemplazarlos, llamó a dos muy buenos cantores: Jorge Durán y Oscar Ferrari.
Los otros vocalistas que pasaron por su orquesta fueron: Rodolfo Galé, Floreal Ruiz, Alfredo Belusi, Roberto Florio, Alfredo Del Río, Héctor De Rosas, Carlos Rossi, Luis Correa, Juan Carlos Godoy, Alberto Hidalgo, Aníbal Jaulé, Quique Ojeda, Eduardo Borda y algún otro que haya incursionado temporariamente.
Actuó en la primera época de la televisión argentina, en Canal 7, en el programa Hit parade, que se transmitía los domingos. Corría el año 1959 y la mayor parte de los números artísticos eran de música extranjera. El público votaba semanalmente y a fin de mes se elegía el número y el tema preferido por los televidentes. Sólo actuaba una orquesta de tango por mes. Cuando le tocó el turno a la de José Basso, por primera y única vez, tanto el tango como la agrupación, resultaron los preferidos de ese mes por amplia diferencia de votos.
Las orquestas de José Basso, Aníbal Troilo y Juan D’Arienzo, eran las más solicitadas por los productores de televisión. El motivo era que tanto Pepe, como Troilo y D’Arienzo, sabían como sacarle partido a la imagen. Troilo por esa manera de dormirse sobre el fueye; D’Arienzo porque se movía de un lado al otro, exagerando los ademanes de director; y Basso por su costumbre de aporrear el piano y dirigir la orquesta tocando la mayoría de la veces de pie. Estuvo en los principales programas televisivos: Grandes valores del tango, El club de las caras felices, Armenonville, Amistangos, La botica del tango, Sábados circulares, etc.
También se presentó en los más importantes locales nocturnos: Caño 14, Relieve, El Viejo Almacén, El Rincón de los Artistas, etc.
Viajó a Japón en 1967, contratado por un mes y tuvo tanto éxito, que tuvo que quedarse ocho meses más, visitando casi todas las ciudades. En 1970, hace una nueva gira con la orquesta integrada de la siguiente manera: piano, arreglos y dirección, José Basso; bandoneones, Roberto Pansera, Juan Carlos Bera, Eduardo Cortti y Lisandro Adrover; en los violines, Osvaldo Rodríguez, Armando Husso, José Singla, José Fernández y el agregado de violinistas japoneses; con el contrabajo de Francisco De Lorenzo.
En el final de su carrera actuó permanentemente en todos los ámbitos, y el 29 de junio de 1990, en un importante acto realizado en el Salón Dorado del Teatro Colón, con motivo de la creación oficial de la Academia Nacional del Tango, el maestro, junto a otros distinguidos intérpretes, fue nombrado Académico de Honor.
De su obra como compositor podemos destacar los tangos instrumentales: “Once y uno”, “Pacachi”, “Brazo de oro”, “De diez siete” y “El pulga”; los valses: “Celeste lluvia”, “Nuestro vals” y la milonga “La camalela”. Entre los temas con letra: “Me están sobrando las penas” en colaboración con Argentino Galván y letra de Carlos Bahr, “Amor y tango”, con Bahr; “Rosicler” y “Anteayer”, con Francisco García Jiménez; “Pena copa y tango” con Manuel Nuñez; “Atrévete” con Luis Botini; “Un tango para La Falda” con Juan Carlos Mareco; “Donde estás japonesita” con Norberto Aroldi; “Siempre en mi amor” con Eugenio Majul; “Yo te canto novia mía” con Héctor Stamponi; “Porque sí” y “Cuerpo y alma”, con Juan Pueblito; “María la del portón” con Andrés Vitale y Abel Aznar; “Mundana” con Manuel Barros y Floreal Ruiz; “Tu beso y nada más” con Ángel Cabral y Floreal Ruiz; “Una historia más” con Riel y Raúl Hormaza. También compuso las milongas: “Payada criolla” con Enrique Maroni; “Milonga de Albornoz” y “Milonga para los orientales” con Jorge Luis Borges; “Milonga cheta” con Jorge Palacio (Faruk), “Viejo café” con Julio Porter; “Pobre negro” con Francisco García Jiménez y “Milonga del siglo quince” con Dante La Rocca.
El famoso tango de Juan Canaro y Osvaldo Sosa Cordero, “Ahí va el dulce”, fue siempre la carta de presentación de José Basso antes de iniciar un baile, un recital o un programa de televisión. Al escuchar esas últimas notas vibrantes de la melodía, ya estamos dispuestos a pasar un momento gratísimo, rememorando a todos los pianistas de la vieja guardia.
Fuente: Todotango
TRIUNFAL – Astor Piazzolla
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