Así como Francisco Canaro inaugura con el cantor Roberto Díaz la moda de los estribillistas, sorprendiendo favorablemente a un público acostumbrado a un tango instrumental, Agustín Irusta consolida el rol de los mismos a partir de la calidad de sus interpretaciones en la orquesta del maestro.
Tenía la estampa de un galán pero, fundamentalmente, era un cantante exquisito con registro de tenor y un timbre dulce y elegante.
El gran éxito lo obtuvo fuera de su país, grabó en todos los lugares que actuó resultando imposible por ese motivo, determinar su discografía de un modo preciso.
Tuvo una trayectoria muy dilatada pero su momento de gloria, el más importante a mi juicio, fue cuando integró el Trío Argentino, junto al cantor Roberto Fugazot y el inspirado pianista Lucio Demare.
Oriundo de la ciudad de Rosario, la segunda en importancia de la República Argentina, comienza a cantar muy joven realizando giras por ciudades cercanas a la suya.
Cumple su servicio militar en la provincia de Santiago del Estero, donde conoce al folclorista Andrés Chazarreta —reconocido creador y compilador de música nativa y criolla— que era maestro de los soldados analfabetos. Es éste quien le da sus primeras clases de canto y guitarra.
Tiempo más tarde viaja a Buenos Aires donde conoce a Roberto Fugazot y forma un dúo vocal acompañado por Humberto Correa en guitarra (autor del tango “Mi vieja viola”) y graban, en 1926, para el sello Víctor.
Actúa también en Radio Cultura acompañado por Lorenzo Olivari en violín y Carlos Di Sarli en piano. Después conforma otros dúos con Luis Scalon, primero y luego Francisco Graciadío con la guitarra de Genaro Veiga.
En 1926 llega al teatro incorporándose a la compañía de Enrique Muiño e integra un trío, Los tres gauchos, con Alfredo Eusebio Gobbi y Roberto Fugazot.
El pianista Alberto Soifer lo presenta a Francisco Canaro con quien actúa, graba estribillos y viaja a París. El mismo Canaro le propone la formación de un trío junto a Fugazot y el pianista Lucio Demare para tentar suerte en España.
Debutan en Madrid en el Teatro Maravillas y logran un éxito sin precedentes a lo largo de nueve años, sus temas son cantados por el pueblo y las radios los propalan hasta el hartazgo.
Aparecen en dos películas españolas, Boliche (1933) y Ave de paso (1935).
Un año más tarde, la inminencia de la guerra civil los devuelve a Buenos Aires. Intervienen con Canaro en una de sus habituales revistas musicales y en 1937 el trío se separa. En el año 1948, y a raíz de la iniciativa de un empresario cubano, el grupo vuelve a formarse para cumplir un contrato en la isla actuando en radio y dejando más de cuarenta grabaciones no comerciales.
Irusta continúa en el cine con la película Ya tiene comisario el pueblo y se incorpora a Radio El Mundo con el acompañamiento de las guitarras de Roberto Grela. Luego filma tres películas más Cantando llegó el amor, El matrero y Puerta cerrada, con Libertad Lamarque.
Realiza giras por países americanos acompañado por el bandoneonista Héctor Presas, el violinista Samy Friedenthal y Daniel López Barreto en el piano. Seguidamente filma Tres hombres de río y viaja a Europa actuando en Francia, Italia y España donde permance cinco años y filma la película La guitarra de Gardel donde aparece brevemente, la entonces desconocida, Carmen Sevilla.
Luego se radica cuatro años en México donde alterna grabaciones con cine y presentaciones en público. Sus viajes son permanentes recalando definitivamente en Caracas (Venezuela), donde vuelve a casarse y vive hasta su muerte.
Entre sus tangos más famosos podemos citar: “Dandy”, “Tenemos que abrirnos”, “Dos vidas”, “A cara o cruz”, “Mi fortuna” y “Mañanitas de Montmartre” casi todos ellos en conjunto con Roberto Fugazot y Lucio Demare.
Agustín Irusta fue, sin duda alguna, un artista completo sobresaliendo no sólo por sus extraordinarias cualidades interpretativas, sino también como compositor de clásicos de nuestro tango y embajador itinerante de nuestra cultura nacional.
FUENTE: Todotango
GOTA DE LLUVIA – ( S. LIPESKER – H. MANZI )
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