Enrique Santos Discépolo nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1901 y allí falleció el 23 de diciembre de 1951
A pesar de haberse iniciado en el teatro, sus éxitos y por ende su fama los logró en la canción; éxitos que se mantendrán por siempre en el favor del pueblo.
Hijo de Santos Discépolo, músico del 900 nacido en Nápoles y autor de algunos tangos (“No me empujes, caramba” el más popular), y hermano de Armando Discépolo, uno de los grandes del teatro argentino, elevó la jerarquía del apellido con tangos inmortales.
Debutó como actor en la obra El chueco Pintos de Armando Discépolo y Rafael José de Rosa, estrenada por Roberto Casaux en el Teatro Apolo el día 22 de octubre de 1917.
Al año siguiente estrenó su primera obra teatral, El duende escrita con Mario Folco, en el Teatro Nacional el 3l de julio de ese año 18 con la compañía Vittone-Pomar. En períodos intercalados dio luego Wunder Bar, Caramelos surtidos, ¡Blum!, El hombre solo, El señor cura, Día feriado, El organito (éste con su hermano), y otras.
Colaborando, actuando o dirigiendo para el cine estuvo en El alma del bandoneón, El pobre Pérez, Mateo, Cuatro corazones, Melodías porteñas, Confesión, Caprichosa y millonaria, El hincha, Yo no elegí mi vida, Fantasmas en Buenos Aires, Un señor, Mucamo, Cándida la mujer del año, En la luz de una estrella.
Dirigió la orquesta que amenizó los primeros bailes de carnaval del Teatro Colón (1932) y por radiotelefonía popularizó el personaje de Mordisquito.
En 1925 escribe su primer tango, “Bizcochito”, que estrena Juan Carlos Marambio Catán en el Teatro Nacional en la obra de José A. Saldías La Porota; tango que no tuvo éxito alguno, por eso se dice que el titulado “Qué vachaché” es el primero que hizo. Pero su formidable pegada de 1928 con “Esta noche me emborracho”, lo sacó del anonimato y encarrilado en el grotesco obtuvo éxitos que ni el más avesado autor hubiera imaginado crear.
Carlos Gardel, su amigo de tantas horas, llevóle al surco del disco “Qué vachaché”, “Esta noche me emborracho”, “Yira yira”, “Chorra”, “Victoria”, “Secreto”, “Confesión”, “Malevaje”, con música de Juan de Dios Filiberto; “Sueño de juventud” (vals) y cantó “Carillón de La Merced” (con Alfredo Le Pera) y “Justo el 31” (con Ray Rada).
También hizo “Tres esperanzas”, “Soy un arlequín”, “Qué sapa señor”, “Alguna vez”, el formidable “Cambalache”, “Desencanto”, “Martirio”, “Tormenta”, “Infamia”, “Uno”, “Canción desesperada”, “Cafetín de Buenos Aires”, “Noche de abril” (zamba), la mayoría suyas totalmente; “Sin palabras”, “Alma del bandoneón”, “Condena” y otras hechas en colaboración con Luis César Amadori, Francisco García Jiménez, Mariano Mores, Francisco Pracánico.
Su primera incursión cinematográfica la realizó junto a Carlos Gardel en 1930, en los cortos donde el gran Carlitos incluye su mejor tango, “Yira yira”, y mantiene con él un diálogo interesante cuyo texto es más o menos así:
«Decime Enrique. ¿Qué has querido hacer con el tango “Yira yira”?» —pregunta Gardel—.
Él contesta: «¿Con “Yira yira”? Una canción de soledad y esperanza».
—Gardel: «Hombre… Así lo he comprendido yo».
—Discépolo: «Por eso es que lo cantás de una manera admirable».
—Gardel: «Pero el personaje es un hombre bueno. ¿Verdad?»
—Discépolo: «Sí; es un hombre que ha vivido la bella esperanza de la fraternidad durante 40 años y de pronto un día ¡a los 40!, se desayuna con que los hombres son unas fieras».
—Gardel: «Pero dice cosas amargas».
—Discépolo: «Carlos, no pretenderás que diga cosas divertidas, un hombre que ha esperado 40 años para desayunarse».
FUENTE: Todotango
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