Uno de los pasos más extraños en la coreografía del tango (casi desconocido en las milongas, pero empleado a morir en los espectáculos para turistas especialmente) es aquel en donde la pareja baila frente a frente sin abrazarse, cabeza con cabeza.

Con él se lucía Tito Lusiardo aquel gran actor y excepcional bailarín, aunque aclaraba que lo había inventado Olinda Bozán.

Fue en la época en que Bozán trabajaba para la compañía de los hermanos Ratti. En el teatro Apolo de la calle Corrientes.

Olinda Bozán tenía la suficiente ductilidad como para personificar en tono de solfa a una fina dama italiana como o hacer de abuela  de Sandro, capitana de un catamarán en el Tigre

Como en la película Muchacho de 1970.

Para aquella obra en el Apolo, Bozán debería ser una mujer rantifusa: su papel preferido.

Tan mishia debía aparecer, que el vestido lo llevaba abrochado con alfiler de gancho.

En una escena se armaba el bailongo y debía participar la Bozán. En medio del tango, el alfiler saltó y fue a para vaya saber donde. En un acto reflejo, Olinda se llevó las manos a la espalda, para sostener el vestido y evitar que se le cayera del todo. Al mismo tiempo, para no romper el baile siguio bailando con la cabeza apoyada en la de su compañero.

El público creyó que era parte de la obra y aplaudió a rabiar ese paso tan original.